Como
el bosque en la noche nos adentra en una geografía mítica, la vieja
Navarra, cuna de la cultura vasca. Un pequeño pueblo fronterizo con
Francia, Etxalar, se convierte en escenario de una serie de crímenes que
resucitarán todos los viejos demonios de la comarca. Los aquelarres de
Zugarramurdi quedan a un tiro de piedra, en Yanci se venera a un San
Juan Xar —San Juan el Viejo— que recuerda más al Basajaun de las
leyendas ancestrales, y Akerbeltz —el carnero negro, emblema del
diablo—, preside rituales de los que solo se habla entre susurros.
Fue a la sombra de sus hayedos donde Orson Welles rodó escenas muy
significativas de Campanadas a Medianoche, y también donde Merimée
arraigó las peripecias de su Carmen, la gitana de Etxalar.
La novela comienza precisamente con la llegada de Welles al pueblo, en
1964, a la que seguirá la de un escritor muy cosmopolita fascinado por
el aura de aquella mujer fatal.
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